El ejército expedicionario de sir John Moore permanece estacionado en Salamanca. Hace días ya que el mismísimo Emperador de los Franceses Napoleón ha entrado en Madrid, escoltado por Cuerpos de la Armée, que suman 80.000 efectivos.
Moore, aún así, envía a Graham para que espíe y averigue cuál es la actitud de las autoridades y del pueblo de Madrid. No tiene sentido permanecer a ultranza en un territorio que se ha rendido.
Tal día como hoy informa Graham que la cosa está negra, o pasa de marrón oscuro. Sin embargo, sir John Moore aún piensa en maniobrar para dar opción a las tropas españolas del Sur que hagan algo. Envía una nota a su compatriota «Davie» Baird que apresure la marcha y se junte con el grueso del ejército en Salamanca, para comenzar la maniobra.
Mientras esto pasa, el Ejército de la Izquierda español, machacado en Espinosa de los Monteros en aquel frío 11 de noviembre de 1808, aún trata de reorganizarse. Orden a los rezagados y soldados perdidos por los montes de la Cornisa Cantábrica: reagrupación en León. Van llegando arrastrándose. Hay un nuevo comandante, La Romana (Joaquín Blake fué cesado), y hay unidades desaparecidas. El Batallón Literario de Santiago llega sin jefe, el coronel Armada, y La Romana envía a Pablo Morillo a Galicia para organizar levantamientos populares contra los franceses que seguro tomarán A Coruña.
El Batallón Literario es practicamente disuelto, y algunos de sus supervivientes enviados a casa para organizar las «Alarmas» populares. Dos de estos cadetes retornados son los hermanos Martínez, que regresan a Trasdeza.
Esa era la situación el 9 de diciembre de 1808.